Imagina que vas a París a visitar a un viejo amigo y pasar unos días con él. Y que cuando llegas tu amigo te dice: “Te voy a prestar uno de mis automóviles para que tengas cómo desenvolverte mientras estés aquí”.
Emocionante, ¿verdad? Puedes ir donde quieras y las veces que quieras. Sin embargo, si vas a usar el vehículo para darle un servicio a alguien, salir de la ciudad, hacerle alguna remodelación, montar a un extraño o cualquier cosa fuera de lo común, lo primero que te pasa por la mente es:”¿Qué pensará mi amigo si hago esto con su carro?”.
¿Sabes qué? Lo mismo pasa contigo.
Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo. (1Cor 6:20 NTV)
Dios es el dueño legítimo de tu cuerpo. El te lo prestó para que puedas desenvolverte mientras vives aquí en la tierra. La pregunta es ¿estás tratando tu cuerpo como si le perteneciera a Dios o como si te perteneciera a ti?
Utiliza las siguientes preguntas para analizar el historial de los miembros de tu cuerpo y ver cómo el resultado responde a la pregunta anterior:
-¿Has utilizado tu boca para besar a alguien que no es tu pareja?
-¿Te gusta usar tus ojos para coquetear, acosar, seducir o mirar cosas indebidas?
-¿Prestas tus oídos y tu lengua para participar de conversaciones cuyos fines son la excitación sexual?
-¿Usas tus órganos reproductores para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio?
-¿Y tus manos? ¿Te acaricias con ellas o acaricias a personas a quienes no le has jurado fidelidad en el altar? ¿O lo haces pensando que pronto se lo jurarás?
-¿Que me dices de tus dedos? Cuando chateas o le mandas un mensaje a alguien ¿Escríbes textos que traspasan ciertos límites indebidos de confianza?
Para los griegos de aquel siglo, el cuerpo era algo secundario, lo que realmente importaba era el alma. Y ¿sabes qué? No me vas a creer, pero en la actualidad (1944 años después) he escuchado esto en otras palabras: “A Dios no le importa lo que yo haga con mi cuerpo. A él lo que le interesa es mi corazón”.
Los corintios decían: “La comida se hizo para el estómago, y el estómago, para la comida” (v.13a). Como queriendo decir: “Si cuando el estomago tiene hambre uno le da comida, cuando el cuerpo quiere sexo, hay que darle lo que pide”. Pero Pablo les rompe este tabú diciéndoles: “ustedes no pueden decir que nuestro cuerpo fue creado para la inmoralidad sexual. Fue creado para el Señor, y al Señor le importa nuestro cuerpo… ¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo”. (13b, 19,20)
Así como es ilógico pensar que puedes usar el carro de tu amigo (propiedad privada que te prestaron) como te dé la gana, porque te gusta o te sientes bien haciéndolo; también es ilógico pensar que puedes usar tu cuerpo como quieras porque te gusta o te sientes bien haciéndolo. No me digas que tú también estás pensando que “Dios no se va a meter en eso”!
Repito: ¿Estás tratando tu cuerpo como si le perteneciera a Dios o como si te perteneciera a ti? ¿Lo tratas como si hubiera sido regalado, o como si pagaron un alto precio por el?
Mi recomendación es que, antes de que vayas a hacer cualquier cosa con tu cuerpo, te preguntes: ¿Esto le agradará a Dios, el dueño de mi cuerpo?
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No dejes que los amigos "sabelotodo" intenten confundirte, mejor OBDC la palabra de Dios ahórrate dolor y sufrimiento, te esperamos para compartir este y otros temas con total libertad!!!
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